La ausencia de áreas vedes abiertas en el barrio se asocia a rabia y enojo en los entrevistados, sobre todo cuando hay déficit de arborización o jardines. El bienestar disminuye aún más cuando hay veredas con exceso de hormigón, lo cual aumenta la sensación de incomodidad, fealdad o rechazo hacia el paisaje y desagrado al caminar. Especialmente en los meses de verano por el calentamiento de pavimentos y pérdida del confort espacial en veredas, perdida de estética y variedad del paisaje de la calle, como en calles Cochrane y Domeyko.