Se observa mayor aprecio y vitalidad urbana cuando las fachadas de las casonas con valor patrimonial se encuentran adyacentes o continuas a la calle, con buena mantención de sus frentes prediales (antejardines), generando una relación más cercana con lo público, permitiendo que las casonas sean partícipes de la vida cotidiana-peatonal. La vegetación nativa bien cuidada, los árboles grandes que no obstruyen mayormente la fachada, los predios grandes o las rejas que permiten mayor visibilidad desde la calle, así como la presencia de infografías o numeraciones que explican la historia del edificio patrimonial. Todas estas características corresponden a una “identidad de barrio patrimonial” establecida entre residentes. Evocan recuerdos alegres (sobre todo en personas mayores), generan percepción de mayor calidez o sentimientos de disfrute al caminar, junto con aumentar la valoración estética-arquitectónica y expresiones de alegría o placer en la mayoría de los habitantes.