Las veredas angostas, con pavimentos quebrajados o inundadas generan miedo, inseguridad, desagrado, incomodidad, rabia y estrés, sobre todo en calles con alto tráfico y particularmente en mujeres o personas mayores. Este malestar empeora ante camiones y autos estacionados que obstaculizan el libre desplazamiento peatonal sobre veredas o platabandas.

Por otro lado, la acumulación de basura en veredas genera asco y la leña apilada sobre veredas o la falta de señaléticas en cruces se asocian a rabia e incomodidad. Los arbustos sin mantención, sin podar, sobre todo cuando el follaje proviene desde antejardines hacia la vía pública, provocan desagrado e incomodidad en general, o bien temor en el caso de mujeres o personas mayores cuando caminan en la oscuridad. Las calles estrechas o angostas se perciben negativamente en gran parte de los entrevistados. La aglomeración de gente en calles estrechas y con mala señalética en cruces, principalmente durante los días de feria y en la entrada o salida de colegios, generan altos niveles de estrés, inseguridad y ansiedad.

La estrechez de una calle o pasaje asociada a barreras que angostan el espacio de circulación, como autos estacionados, vegetación frondosa o cables caídos se asocian a miedo e intranquilidad, especialmente en lugares oscuros, abandonados o frente a casas sin ocupación. De un modo similar, los pasajes muy cerrados y con poca visibilidad, con fachadas muy encima de la vía pública y en mal estado generan incomodidad, inseguridad o franco temor durante caminatas con poca luz.